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domingo, mayo 11, 2008

Meditaciones desde el exilio voluntario (I)


Hace unos días un compañero de trabajo (islandés para más señas) me preguntó por qué debía cambiar los valores de selección de idioma de 'español' a 'castellano' de una aplicación web que estamos realizando para una compañía española. Me levanté cogí cuatro rotuladores de diferentes colores, me dirigí a la pizarra y me tiré más de media hora explicando los pormenores de nuestra compleja Iberia. Lo único que le quedó claro es que no volverá a preguntarme.

Entonces leí un artículo en el blog de Iñaki Anasagasti (de vez en cuando me prodigo por sitios insospechados) sobre el dos de mayo y la no existencia de España y la no creación nacional tras la guerra de independencia napoleónica.
Y es que hay demasiada gente que no entiende que España existe desde mucho antes de Napoleón, desde incluso antes de los Reyes Católicos o incluso antes de la llegada de los Bereberes.

El término Ísland (Islandia) significa 'tierra del hielo', no importa si Islandia es un Estado, si es independiente o es una monarquía o una república o está dividida en siete Estados diferentes... Islandia existe ya que su origen es geográfico e Islandia siempre será Islandia.

El término España no tiene demasiado claro su significado pero como mínimo viene heredado de Hispania, denominación que el Imperio Romano tomó de los fenicios y sustituyó al término griego Iberia.
Su significado más aceptado es 'tierra de conejos' aunque también podría ser 'la isla secreta' o 'la tierra del norte' o incluso si seguimos la creencia de su derivación vasca, ezpaña, sería 'labio' en referencia a su posición geográfica en Europa.

Por tanto no sólo es absurdo negar la existencia de una geografía sino que además abogo por la unión de los tres Estados que actualmente residen en esta 'isla secreta' como primer paso hacia la integración política europea y consecuentemente la misma desaparición del Estado Español generado.
Por supuesto da igual denominar a la unión de Andorra, España y Portugal de una forma u otra pero ese es el camino que se debe seguir como paso previo hacia retos más importantes.

Y es que la pertenencia a una nación debe dejarse del lado de los sentimientos y la cultura y no al ámbito político. ¿Es tan difícil entender que yo puedo vivir toda mi vida en Islandia y sentirme madrileño, europeo o mallorquín y no por eso renegar de mi ineludible pertenencia hispana?

Como siempre los políticos se dedican a enaltecer las diferencias culturales para conseguir mayores cuotas de poder político y a la postre geográfico. Es nuestro deber pararles los pies.